Parte 3
ABRIENDO LOS OJOS DE LA CIUDAD
"El señor es mi pastor nada me faltará". Fotografía por: Zycra. 2010
Acostado en su cama mirando hacia el techo, él se pregunta de qué está hecho el mundo. En su ciudad vive la violencia, ve miles de niños involucrados en malos pasos, la ley es una “basura” porque beneficia más al rico que al necesitado, y nadie hace nada para sacar a la luz sus pensamientos.
Ahí está él, ideando algo que ponga el mundo en controversia, donde las personas de su amada ciudad abran los ojos y respondan contra lo malo que los rodea, donde los niños que son el futuro del país escojan otro camino que no sea la violencia, y así mismo se levanta de su cama, se pone una chompa y se va a recorrer las calles de su barrio.
Su nombre es Aníbal, más conocido como Zycra, a quien lo artístico siempre le ha llamado la atención, dibujar y pintar quizás son uno de sus pasatiempos, así que en medio de su caminata toma una decisión que quizás le daría vuelta a su vida, ser un graffitero.
Consigue los implementos, aerosoles, pinturas y de más y se dirige a un lugar donde pueda plasmar sus ideas con el mundo, así que en una de tantas paredes y muros de la ciudad él empieza su aventura en el graffiti.
Ahora sus ideas de inconformidad tomarían vida a través de letras y dibujos, y poco le importaba lo que la ley tenía que opinar de él. Su mundo se estaba construyendo de alguna forma, en un aerosol, un poco de hip hop, pensamientos e imaginación, que le daban vida.
Aun así sabía a qué problemas se estaba enfrentado, primero estaba el gobierno, que no dejaba que expresara sus sentimientos a través de este arte, por lo que con más ganas este joven pintaba murales en lugares que no eran permitidos por la ley, y por otro lado el peligro que podría tener con los combos de barrio, pues arriesgaba su vida cuando quería plasmar algo.
Nunca dejó apagar sus ideas, y hasta ahora así tenga miles de complicaciones sigue ejerciendo su arte. Así que decidió hacer sus graffitis por la noche, mientras la mayoría de la ciudad duerme, coge su chompa negra para cubrirse su cabeza y parte de su rostro, sale a las calles de la ciudad sin pensar en los peligros, busca un lugar que le agrade y sea visible, y empieza a pintar. Al final de su manifestación artística pone su sobrenombre (Zycra) y se devuelve tranquilamente para su casa como si hubiese realizado algo que puede ayudar a abrir los ojos del mundo.